Lengua de Señas: el poder de comunicar sin palabras

La Lengua de Señas devuelve autonomía, fomenta la participación ciudadana y abre la puerta a una sociedad más consciente de la diversidad.

Por Miguel Ángel Millán*

* Miguel Ángel Millán es interventor educativo con discapacidad y asesor en tecnología adaptada.

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Cada 23 de septiembre se conmemora el Día Internacional de las Lenguas de Señas, una fecha que no solo recuerda la existencia de un idioma que une a millones de personas en todo el mundo, sino que también visibiliza la riqueza cultural y social que se esconde en el gesto, la mirada y el movimiento de las manos. La Lengua de Señas no es un sustituto, no es un recurso de segunda categoría, es un idioma completo, con reglas propias, gramática, expresividad y una identidad que forma parte esencial de la vida de las personas sordas y de la comunidad que las acompaña.

Hoy en día, hablar de inclusión sin contemplar La Lengua de señas Sería una incoherencia. En espacios públicos, en aulas escolares, en centros de trabajo, en servicios médicos y en la vida cotidiana, este idioma se convierte en un puente que reduce brechas y genera entendimiento. El simple hecho de que una persona sorda pueda comunicarse con un médico sin necesidad de un intérprete improvisado, o que pueda comprender una clase en igualdad de condiciones que el resto de sus compañeros, cambia radicalmente la percepción de la inclusión.

Su relevancia va más allá de lo funcional; representa el derecho a existir sin barreras. Para una comunidad que por años fue relegada a la invisibilidad, el reconocimiento oficial de su idioma es también un acto de dignidad. Esta lengua devuelve autonomía, fomenta la participación ciudadana y abre la puerta a una sociedad más consciente de la diversidad.

La tecnología ha jugado un papel determinante en este proceso. Hoy existen aplicaciones que traducen de voz a texto y plataformas digitales que ofrecen cursos accesibles de lengua de señas. Incluso en redes sociales se ha abierto un espacio donde personas sordas comparten contenido en su idioma, demostrando que el acceso a la comunicación no tiene por qué limitarse a lo auditivo. La tecnología no sustituye al lenguaje de señas, pero lo complementa y lo proyecta a nuevos horizontes, acercándolo a quienes quieren aprenderlo y dándole mayor visibilidad.

Sin embargo, la realidad es que aún falta mucho por hacer. Una de las adaptaciones más urgentes sería garantizar intérpretes de lengua de señas en todos los servicios públicos esenciales, desde hospitales hasta oficinas gubernamentales. También es fundamental que las instituciones educativas incluyan la lengua de señas en sus planes de estudio, no como una materia opcional, sino como una herramienta de comunicación que enriquece a toda la sociedad. Además, los medios de comunicación deberían incorporar de manera permanente ventanas de interpretación en noticieros, programas culturales y contenidos educativos, no como un gesto simbólico en fechas conmemorativas, sino como una práctica cotidiana.

Otro paso importante sería que las empresas integraran intérpretes o personal capacitado en lengua de señas en sus equipos de atención al cliente, para asegurar que cualquier persona sorda pueda realizar trámites o compras con independencia y dignidad. En paralelo, los desarrolladores de software y creadores de contenido digital tienen la responsabilidad de pensar en productos verdaderamente accesibles, desde interfaces con traducción simultánea hasta asistentes virtuales que comprendan gestos y señas.

El Día Internacional de las Lenguas de Señas nos recuerda que la inclusión no es una tarea de un solo día al año. Es un compromiso que se construye con acciones concretas: aprender lo básico de este idioma, exigir a las autoridades más servicios accesibles, abrir los ojos al hecho de que la comunicación es un derecho humano y no un privilegio. Reconocer la lengua de señas es reconocer que todos, sin importar cómo nos comuniquemos, formamos parte de una misma sociedad.

Al final, lo que está en juego no es solo un idioma, sino la posibilidad de que millones de personas vivan con plena dignidad y participen de manera activa en la vida social, cultural y política. Que este día sirva para reflexionar sobre lo mucho que aún falta por recorrer, pero también para celebrar el poder de las manos que hablan y del silencio que comunica más de lo que a veces podemos imaginar.

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