Prevenir hoy para no lamentar mañana: la diabetes como puerta a la discapacidad

La diabetes, cuando no se atiende adecuadamente, puede convertirse en el origen silencioso de distintas discapacidades que afectan la vista, la movilidad e incluso la capacidad de vivir de manera independiente.

Por Miguel Ángel Millán*

* Miguel Ángel Millán es interventor educativo con discapacidad y asesor en tecnología adaptada.


Cada 14 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Diabetes, una fecha que busca recordarnos que esta enfermedad no solo se trata de controlar la glucosa en la sangre, sino de prevenir consecuencias que pueden cambiar por completo la vida de una persona. La diabetes, cuando no se atiende adecuadamente, puede convertirse en el origen silencioso de distintas discapacidades que afectan la vista, la movilidad e incluso la capacidad de vivir de manera independiente.

En México, millones de personas viven con diabetes sin saberlo o sin recibir el tratamiento adecuado. Esta falta de atención oportuna puede provocar complicaciones graves como la neuropatía (daño a los nervios), la retinopatía diabética (daño a la vista) o las amputaciones derivadas de una mala circulación. Cada una de estas consecuencias representa una forma de discapacidad que podría haberse evitado con un diagnóstico temprano, una alimentación equilibrada y el seguimiento médico adecuado.

Lo más alarmante es que muchas personas no asocian la diabetes con la discapacidad. Se piensa que basta con dejar de comer dulces o inyectarse insulina para mantenerse bien, pero la realidad es más compleja. La diabetes no controlada afecta los vasos sanguíneos, los nervios y los órganos vitales, provocando una cadena de problemas que pueden limitar desde la vista hasta la movilidad o la capacidad de trabajar.

Por ejemplo, la retinopatía diabética es una de las principales causas de ceguera adquirida en adultos. La pérdida progresiva de la visión comienza de forma imperceptible, con pequeños puntos o borrosidad, hasta llegar a la oscuridad total si no se trata a tiempo. De igual manera, el llamado “pie diabético” inicia con una simple herida que no cicatriza, pero que puede terminar en una amputación. Cada caso no solo implica dolor físico, sino también un profundo impacto emocional y económico para la persona y su familia.

Sin embargo, también hay esperanza. Con información, prevención y cambios en el estilo de vida, la mayoría de estas complicaciones pueden evitarse. Realizar chequeos periódicos, mantener una alimentación balanceada, hacer ejercicio y seguir las indicaciones médicas son acciones simples que salvan vidas. La clave está en no normalizar el malestar ni dejar que la rutina o el miedo impidan atender la salud.

La diabetes no discrimina edad, género ni condición social, pero sus consecuencias sí afectan más a quienes viven en contextos de pobreza, con escaso acceso a servicios de salud o con poca información sobre cómo cuidarse. Por eso, hablar de diabetes también es hablar de accesibilidad a la salud.

Concientizar sobre la relación entre diabetes y discapacidad es fundamental para cambiar la forma en que vemos ambas condiciones. Prevenir la diabetes, o mantenerla bajo control, no solo significa vivir más tiempo, sino vivir con calidad, con autonomía y sin limitaciones evitables.

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