USAER ha ayudado a Jonathan a salir adelante de secuelas de hidrocefalia 

Francisca Meza Carranza

Guerrero, 02 dic (PlanB).- Para Sara, la mamá de Jonathan, las Unidades de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER) han sido fundamentales para el desarrollo emocional e intelectual del joven de 18 años diagnosticado con hidrocefalia desde los ocho, sin embargo, denuncia que se ha encontrado con profesores crueles que en un segundo hacen pedazos a los niños con barreras.

Antes de saber el diagnóstico real de su hijo tuvieron que pasar de médico en médico con mil enfermedades diagnosticadas, de acuerdo con lo platicado por ella, desde salmonelosis hasta convulsiones. Lo último que pensó fue que tendría un problema neurológico.

Una de las situaciones principales que la llevó a darse cuenta que su hijo tenía un problema de salud fue por la educación, pues en la escuela le decían que tenía un rezago total y bajo rendimiento, y las maestras sin preparación la llegaron a responsabilizar por no ponerse a estudiar con él.

“Yo luchaba todos los días, yo me desesperaba tanto, yo cometí un grave error era tanta mi desesperación que llegué hacerle daño, lo llegué a golpear porque yo me desesperaba, en la escuela me presionaban tanto que me etiquetaba la maestra como que no le tenía atención adecuada a mi hijo”, compartió.

Dijo que una vez en pláticas con su esposo le planteó la posibilidad de que su malestar pudiera ser en la cabeza y no en el resto del organismo por lo que lo llevaron al neurólogo Y enseguida se detectó que tenía hidrocefalia en un grado grave, tanto que no lo dejaron salir del hospital pues su cerebro estaba tan inflamado que ya empezaba a tener desprendimiento de masa encefálica.

Los doctores se cuestionaban cómo era que estaba vivo y les decían que Dios había sido generoso con ellos, pues el niño llevaba a cabo actividades normales como jugar fútbol en donde pudo haber muerto.

Dijo que partir de este momento su vida cambió. Durante la cirugía fueron las horas más angustiantes de su vida, relató, porque el niño pudo haber muerto ahí, sin embargo, su cuerpo aceptó la válvula que le colocaron y empezó a recuperarse.

“Gracias a Dios mi hijo aceptó su válvula, mi hijo empezó a recuperarse, pero inicio de cero, dijeron que posiblemente podía llegar a tener una vida normal pero iba a ser lento, paulatino”, dijo.

Cuando se encontró con la maestra Lili de USAER 32 Jonathan comenzó con avances muy significativos en la escuela e incluso, dijo, llegaba contento a casa a platicarle que con la maestra había aprendido a sumar y restar, y que les había ganado a sus compañeros; a partir de ahí su hijo empezó a dejar de ser ese niño que no quería ir a clases.

Al llegar la pandemia por Covid-19 Jonathan volvió enfrentarse a un nuevo periodo de rezago porque tomaba clases en línea y la maestra que estaba a cargo, ya en quinto año, no adecuaba sus planeaciones para atenderlo; dijo que en ocasiones se disculparon con ella porque con tanto niño no podían hacer una adecuación para su hijo porque implicaba mucho trabajo.

Nuevamente fue la maestra de USAER quien les ayudó, pues creó una planeación adecuada y empezó a trabajar con él en línea todos los días.

Reconoció que ella pensaba que su hijo solo terminaría la primaria pero al finalizar le entregaron las calificaciones y le dijeron que había lugares en los que tienen USAER y ahí podía sacar ficha para que cursara secundaria.

Jonathan ingresó a la Secundaria Federal 14 Miguel Alemán Valdés, en donde encontró atención de USAER 125. Dijo estar totalmente agradecida por la transformación que ha tenido pues ahora es un niño completamente seguro y no lo intimidan; la maestra Zuleika lo apoya y todos los días les da información de sus actividades, cuando trabaja y cuando no.

“Emocional y físicamente mi hijo está bien, su recuperación ha sido lenta pero sé que lo voy a lograr, un día me puse a pensar, porque sí hay momentos es que es muy difícil guiar y educar a hijos con barreras es un gran esfuerzo, si la maestra está al cien yo debo estar al millón porque un día mi hijo va a tener que salir al mundo, no le voy a ser eterna, va a tener que salir al mundo, el mundo es cruel y despiadado con los niños que tienen barreras, y él tendrá que afrontarlo y salir él solo a enfrentarse al mundo cruel y despiadado”, expresó. 

Dijo que ella le exige, pero ya trata de ir al tiempo de él pues si algo ha aprendido es a tenerle paciencia y tolerancia.  

“Si sigue y lucha día a día por salir adelante y yo me quedo como madre de espectadora viendo que el mundo me lo hace pedazos, entonces siento que yo fracasaría como madre”, expresó.

Sara mamá de Jonathan durante la Jornada de inclusión para personas con discapacidad y/o trastornos. María Meza.

Temor por el fútbol 

Desde la primaria Jonathan mostró actitudes para jugar fútbol y su entrenador le comentó que tenía un futuro comprometedor sin embargo cuando los doctores le dijeron que requería una válvula para toda la vida eso implicaba el hecho de quitarle sus desarrollo futbolístico y, en consecuencia, una afectación emocional que tendría al decirle. Y así fue.

“Ya no te quiero, eres mala, dijiste que nunca me harían daño y me hicieron daño, para qué me operaron, ya no puedo jugar fútbol, mejor hubieras dejado que me hubiera muerto”, le reprochaba y ya no quería ir a la escuela.

Dijo que ellos llegaban a la hora del recreo para desayunar con él y había días que lo encontraban todo sudado por lo que le preguntaban si había jugado y sólo se les quedaba viendo. Los maestros decían que tenían un problema serio con él porque cuando se daban cuenta ya lo jugaba futbol y los niños gritaban.

Un conocido que vive en Estados Unidos le envió un casco protector, como el que utilizaba el portero checo Petr Čech, con el que podía proteger la válvula, pero le daba vergüenza usarlo en la escuela hasta que la maestra Lili de USAER 32 le pidió un día que llevara al recreo.

Como había un torneo de fútbol en la escuela la maestra llevó a Jonathan salón por salón y lo presentaba a los alumnos a quienes les preguntaban si sabían quién era a lo que, de acuerdo con su mamá, respondían afirmativo pues toda la escuela lo conocía.

“Le perdió el miedo a usar casco y ahora juega fútbol pero vivo con miedo, cuando veo que los niños con los que va a jugar no son de su categoría no le permito que juegue”, dijo. 

También hay maestros muy malos 

Durante su relato Sara denunció que en la secundaria a la que acude su hijo hay un profesor del que interpondrá una queja oficialmente por malos tratos a los niños.

Dijo que es médico y sin embargo no tiene la preparación de docencia pues incluso les prohíbe a los menores ir al baño y se han mojado en los pantalones; asegura que no es un problema de ahora sino que lleva años con los mismos, tratos además de expresiones discriminatorias.

“Se dirigió a los niños y les dijo ¿saben cuándo van a aprender todos los demás? cuando nos quiten a estos, cuando se vayan todos estos estorbos”, en referencia a los niños con discapacidad.

Dijo que a pesar de haber pedido apoyo de otros padres de familia estos le han cuestionado si el profesor atacó directamente a su hijo de lo que sostiene que como madre de un niño con barreras no puede permitir ni como sociedad que una persona o maestro haga eso.

“Cuando mi hijo me dijo, no puede ser posible que un maestro eche a perder el trabajo de los maestros que vienen a ayudar a los hijos, que levantan su autoestima, y  él llegue y en un segundo los haga pedazos, no daré marcha atrás”, aseveró.

Alertó del daño psicológico y emocional que profesores como ese pueden causar en los niños con discapacidad pues dijo que su hijo le llegó a expresar que quisiera tener un arma y matarlo.

“Pseudomaestros como él están lastimando, no necesitan hacerlo físicamente, que muchos papás digan que no tienen problemas porque no  ha dicho nada a sus hijos, no entiendo cómo la sociedad puede ser cómplice de tantas cosas como estas; es una dura lucha el estar con niños con problemas con barreras pero si no somos nosotros los padres que los integramos entonces quién, cómo van a terminar nuestros hijos el día de mañana”, aseveró.

Sara mamá de Jonathan durante la Jornada de inclusión para personas con discapacidad y/o trastornos. María Meza.

Escuchen a sus hijos 

Doña Sara invitó a los padres a escuchar a sus hijos cuando les digan que les duele la cabeza o que algo les duele; dijo que ella pensaba que su hijo vomitaba porque no quería estudiar pero ahora ya aprendió con él.

“Vivo todos los días aterrada pensando que no siempre voy a estar y mi hijo va a estar solo pero ahora tengo la certeza que gracias a USAER lograré que sea un niño o un hombre de bien”, expresó.

Dijo que recientemente le pidió tomar un curso y que pondrá un negocio para dar trabajo a todos los niños que tienen problemas de aprendizaje como él; dijo que Jonathan tiene un corazón muy generoso y que su problema no es notorio hasta que habla, porque su problema es el aprendizaje, pero en general aprende, escucha y comprende bien.

“Es un niño seguro pero es gracias a los docentes de USAER, estoy eternamente agradecida, doy gracias a la vida que hay maestros que se comprometen, aunque no sean sus hijos, se comprometen con niños que tienen barreras”, dijo.

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